Te pones Netflix. Nada. Abres Instagram. Nada. Miras Tik Tok. Tampoco.
Nada logra sacarte del aburrimiento.
En un arrebato de desesperación, tecleas en Google “qué hacer cuando estás aburrido” y te encuentras con listas como “90 cosas que puedes hacer cuando estás aburrido”. Están llenas de actividades que prometen sacarte del aburrimiento y llenar tu día de alegría y energía:
– Lee un libro
– Actualiza tu CV
– Navega por YouTube
– …
Lees las 20 primeras, pero ninguna te convence.
El agujero del aburrimiento puede taparse haciendo actividades, pero solo puede transformarse despertando tu curiosidad, motivación y creatividad.
La necesidad de sentirse ocupado
«Quien se aburra al caminar y no tolere
el hastío deambulará inquieto y agitado,
o andará detrás de una u otra actividad».
Byung-Chul Han
La sociedad te empuja a tener una vida agitada. Necesitas hacer cosas para sentirte vivo. Tener un trabajo, viajar, entrar en cafeterías, cenar en restaurantes, ver la última serie de Netflix, quedar con tus amigos con frecuencia, ir al gimnasio, a la playa de aguas cristalinas que te recomendaron y dejar constancia de todo en Instagram.
Rafael Santandre, psicólogo y psicoterapeuta, incluye en su lista de las 10 ideas principales generadoras de malestar la siguiente creencia social: “tengo que tener una vida emocionante, de lo contrario, mi vida es un aburrimiento y, de alguna forma, un desperdicio”, y remarca que entre las necesidades inmateriales inventadas más frecuentes están “el estar ocupado (no aburrirse)”.
Para lograrlo, caes en la búsqueda de atractivos inmediatos persiguiendo la productividad y consumiendo entretenimiento, conductas que convierten en un reto estar presente sin hacer nada.
El filósofo Byung-Chul va más allá y opina que “la sobre-estimulación no nos permite parar y realizar algo tan mágico como estar presentes y contemplar”.
Esta locura de desbocada actividad se ve reflejada en las gráficas de la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. que estiman que actualmente somos un 90% más productivos que hace 50 años.

El papel de la terapia
En terapia psicoemocional, el aburrimiento suele considerarse como una manifestación del mecanismo neurótico de la deflexión. La deflexión es una estrategia de tu mente para adormecer la vivencia y el contacto directo con lo que estás viviendo. Desvías y dispersas tu atención inconscientemente.
Puedes darte cuenta de la aparición de este mecanismo cuando estás en una situación molesta y te distancias emocionalmente. Entonces aparece desgana, aburrimiento y cansancio.
Cuando estudié la carrera de física, en la clase de mecánica cuántica el profesor exponía teorías complejas que yo no comprendía, entonces me sentía aburrido. Pero, poniendo más atención a lo que me pasaba, me daba cuenta que cuando no entendía me juzgaba de tonto y creía que era inferior a mis compañeros. El aburrimiento no lo sentía porque no me interesara la cuántica, sino que tenía una función psicológica: como mecanismo de defensa para distanciarme del malestar que me producía mi sentimiento de inferioridad.
Una manera de contrarrestar esa dispersión es centrar la atención sobre lo que te pasa internamente. Concentrarte en los pensamientos, sentimientos y emociones con las que viene acompañado el aburrimiento.
Si eres es capaz de transitar el aburrimiento, sin penalizarlo, éste se transformará en estímulo.
Para hacerlo te propongo un ejercicio con tres partes.
1. Toma una hoja y algo con qué escribir. En un lugar tranquilo, cierra tus ojos y pon atención a tu aburrimiento. Primero, dedica un mínimo de 5 minutos a poner atención a las sensaciones corporales que te produce el aburrimiento y cuando acabes escríbelas en un papel. Podría ser algo parecido a esto:
– Siento falta de energía corporal
– Estoy sin fuerza en los brazos
– Tengo desgana general
2. Vuelve a cerrar los ojos y durante 5 minutos presta atención a los sentimientos y emociones que puedan surgirte aparte del aburrimiento. Por ejemplo:
– Estoy ansioso
– Me siento triste
– Tengo un sentimiento de vacío
3. Por último, con los ojos cerrados por atención a los pensamientos que tienes mientras estás aburrido. Cuando hayas acabado escríbelos en una hoja. Por ejemplo:
– Estoy perdiendo el tiempo
– Mi vida no tiene sentido
– Nada me motiva
4. Para acabar, reflexiona sobre lo que te sucede. Siguiendo con el ejemplo anterior, podrías responder a preguntas como:
– ¿Qué creo que me ha conducido a una desgana general?
– ¿Por qué considero que es malo perder el tiempo?
– ¿Cómo me imagino que sería una vida que me llenara y tuviera sentido?
Profundizar reflexionando sobre lo que te sucede sirve para poder despertar tus deseos, aspiraciones e inquietudes.
Hasta aquí este post sobre cómo salir del aburrimiento, espero que te sirva. Si crees que necesitas apoyo emocional, estaré encantado de ser tu aliado terapéutico en mi consulta privada, aquí me tienes.
*Toda la información y recomendaciones en este post no sustituye en ningún caso a un terapeuta, psicólogo, psiquiatra o tratamiento médico.