Salir del aburrimiento

por Miguel Gaviria 2
Escrito Por:
Miguel Gaviria
Terapeuta Emocional

Te pones Netflix. Nada. Abres Instagram. Nada. Miras Tik Tok. Tampoco.

Nada logra sacarte del aburrimiento.

En un arrebato de desesperación, tecleas en Google “qué hacer cuando estás aburrido” y te encuentras con listas como “90 cosas que puedes hacer cuando estás aburrido”. Están llenas de actividades que prometen sacarte del aburrimiento y llenar tu día de alegría y energía:

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Lees las 20 primeras, pero ninguna te convence.

El agujero del aburrimiento puede taparse haciendo actividades, pero solo puede transformarse despertando tu curiosidad, motivación y creatividad.

La necesidad de sentirse ocupado

“Quien se aburra al caminar y no tolere
el hastío deambulará inquieto y agitado,
o andará detrás de una u otra actividad”.

Byung-Chul Han

La sociedad te empuja a tener una vida agitada. Necesitas hacer cosas para sentirte vivo. Tener un trabajo, viajar, entrar en cafeterías, cenar en restaurantes, ver la última serie de Netflix, quedar con tus amigos con frecuencia, ir al gimnasio, a la playa de aguas cristalinas que te recomendaron y dejar constancia de todo en Instagram.

Rafael Santandre, psicólogo y psicoterapeuta, incluye en su lista de las 10 ideas principales generadoras de malestar la siguiente creencia social: “tengo que tener una vida emocionante, de lo contrario, mi vida es un aburrimiento y, de alguna forma, un desperdicio”, y remarca que entre las necesidades inmateriales inventadas más frecuentes están “el estar ocupado (no aburrirse)”.

Para lograrlo, caes en la búsqueda de atractivos inmediatos persiguiendo la productividad y consumiendo entretenimiento, conductas que convierten en un reto estar presente sin hacer nada.

El filósofo Byung-Chul va más allá y opina que “la sobre-estimulación no nos permite parar y realizar algo tan mágico como estar presentes y contemplar”.

Esta locura de desbocada actividad se ve reflejada en las gráficas de la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. que estiman que actualmente somos un 90% más productivos que hace 50 años.

Paradójicamente, el aumento de productividad solo te sirve para llenar con más actividades el tiempo que has ganado.

Además, esas actividades suelen ser conductas compulsivas orientadas a suprimir la sensación de aburrimiento. Conductas desconectadas de la curiosidad y de la motivación que solo sirven como solución cortoplacista.  

Sentir el aburrimiento es molesto. Es como la mosca que revolotea por tu cabeza mientras comes al aire libre. Dejar de sentirlo se convierte en algo urgente y pasa al primer plano de tu conciencia. Quieres que desaparezca. Ya.

Pero, aunque suene contra intuitivo, para tener una buena salud emocional es necesario poder sostener el sentimiento de aburrimiento. Deberías poder vivirlo sin saltar a la primera distracción que aparece para desconectarte de él.

Una vida aburrida

“No queremos convertirnos en lo que somos.
Queremos ser un concepto, una fantasía,
aquello a lo cual debiéramos parecernos”
F. Perls

Ningún niño sano nace desprovisto de curiosidad, creatividad o espontaneidad. De hecho, son tres cualidades intrínsecas a todos ellos.

Cuando eras niño tenías curiosidad por el entorno, creatividad para jugar y espontaneidad en todas las acciones pues noreprimías tus actos según lo aceptables que fueran.

Pero luego creciste… moldeado por la familia y el entorno social. La familia te inculcó unos valores que creyeron correctos y que difícilmente cuestionarías al madurar.  El entorno te encaminó hacia lo que debías hacer para encajar, así que adoptaste esos valores y replicaste esas conductas.

El sistema educativo tampoco ayudó. Aunque se están dando cambios positivos, todavía no predomina la potenciación de la curiosidad y el despertar de la motivación, sino que se premia la memorización y la obediencia.

Con el paso de los años, ese niño curioso que fuiste se convirtió en un adulto conformista cortado por el mismo patrón gris.

Fritz Perls, creador de la psicoterapia gestalt, denominó este proceso como la “normatización”: cuando te has convertido en un adulto que ha renunciado a sus propios sueños para cumplir las expectativas del modelo social.

Llegados a este punto, es más fácil que el aburrimiento haga su aparición dado que es más probable que las tareas que realizas no te interesen plenamente.

Si acudes al sistema demandando una solución, éste suele ofrecer terapias como la farmacológica sin combinarla con un acompañamiento terapéutico frecuente y continuado que permita llegar a la raíz de tu problema.

Y cuando no gestionas el núcleo emocional del problema lo único que consigues es retomar la vida que tenías, esa que precisamente ha hecho que acabes aburrido y sin motivación.

Un ejercicio psicológico que ayuda a reconectar con ese niño que un día fuiste es el del diálogo con tu niño interior.

El niño interior representa una parte de tu psique más auténtica que la de tu yo adulto, una parte que aún no ha sido castrada por las normas sociales y donde se mantienen nuestros sueños, creatividad y motivación.

Para conectar con los mensajes de esta parte de tu mente tienes que tener una hoja y algo con que escribir.

Primero busca una foto tuya de cuando eras niño, ponte en un lugar tranquilo y escribe las sensaciones, emociones y pensamientos que te surgen cuando miras la foto.

Después, cierra los ojos e imagina que eres ese niño. Conecta con las sensaciones que te produce esta imagen y cuando acabes escríbelo en la hoja.

Por último, imagina que ese niño que un día fuiste se encuentra con el adulto que eres hoy y los dos tienen una conversación. Cierra los ojos y ponte en el lugar del niño. ¿Qué le dirías al adulto que tienes en frente? ¿Qué crees que le falta? ¿Qué le sugerirías para que su vida fuese mejor?

Dejar esas sugerencias escritas en papel te ayudará a traerlas del subconsciente a tu parte más consciente consiguiendo así tenerlas más en cuenta en el día a día.

El papel de la terapia

En terapia psicoemocional, el aburrimiento suele considerarse como una manifestación del mecanismo neurótico de la deflexión. La deflexión es una estrategia de tu mente para adormecer la vivencia y el contacto directo con lo que estás viviendo. Desvías y dispersas tu atención inconscientemente.

Puedes darte cuenta de la aparición de este mecanismo cuando estás en una situación molesta y te distancias emocionalmente. Entonces aparece desgana, aburrimiento y cansancio.

Cuando estudié la carrera de física, en la clase de mecánica cuántica el profesor exponía teorías complejas que yo no comprendía, entonces me sentía aburrido. Pero, poniendo más atención a lo que me pasaba, me daba cuenta que cuando no entendía me juzgaba de tonto y creía que era inferior a mis compañeros. El aburrimiento no lo sentía porque no me interesara la cuántica, sino que tenía una función psicológica: como mecanismo de defensa para distanciarme del malestar que me producía mi sentimiento de inferioridad.

Una manera de contrarrestar esa dispersión es centrar la atención sobre lo que te pasa internamente. Concentrarte en los pensamientos, sentimientos y emociones con las que viene acompañado el aburrimiento.

Si eres es capaz de transitar el aburrimiento, sin penalizarlo, éste se transformará en estímulo.

Para hacerlo te propongo un ejercicio con tres partes.  

1. Toma una hoja y algo con qué escribir. En un lugar tranquilo, cierra tus ojos y pon atención a tu aburrimiento. Primero, dedica un mínimo de 5 minutos a poner atención a las sensaciones corporales que te produce el aburrimiento y cuando acabes escríbelas en un papel. Podría ser algo parecido a esto:
Siento falta de energía corporal
Estoy sin fuerza en los brazos
Tengo desgana general

2. Vuelve a cerrar los ojos y durante 5 minutos presta atención a los sentimientos y emociones que puedan surgirte aparte del aburrimiento. Por ejemplo:
Estoy ansioso
Me siento triste
Tengo un sentimiento de vacío

3. Por último, con los ojos cerrados por atención a los pensamientos que tienes mientras estás aburrido. Cuando hayas acabado escríbelos en una hoja. Por ejemplo:
Estoy perdiendo el tiempo
Mi vida no tiene sentido
Nada me motiva

4. Para acabar, reflexiona sobre lo que te sucede. Siguiendo con el ejemplo anterior, podrías responder a preguntas como:
¿Qué creo que me ha conducido a una desgana general?
¿Por qué considero que es malo perder el tiempo?
¿Cómo me imagino que sería una vida que me llenara y tuviera sentido?

Profundizar reflexionando sobre lo que te sucede sirve para poder despertar tus deseos, aspiraciones e inquietudes.

Hasta aquí este post sobre cómo salir del aburrimiento, espero que te sirva. Si crees que necesitas apoyo emocional, estaré encantado de ser tu aliado terapéutico en mi consulta privada, aquí me tienes.

*Toda la información y recomendaciones en este post no sustituye en ningún caso a un terapeuta, psicólogo, psiquiatra o tratamiento médico.