La pesadilla de no poder dormir

por Miguel Gaviria 2
Escrito Por:
Miguel Gaviria
Terapeuta Emocional

Cuanto más lo intentas, menos lo consigues.

Pasan los segundos, los minutos, las horas. Sigues con los ojos abiertos.

Puede que te cueste dormir, o que te despiertes a media noche y no logres volver a conciliar el sueño, o que duermas algo, pero aun así te levantes con cansancio al día siguiente.

El insomnio puede alterar tu ritmo de vida. Te acostumbras a vivir cansado y a no estar al 100%.

¿Qué puedes hacer?

A continuación, te voy a hablar de dos formas de gestionar el insomnio: las soluciones temporales y las que atacan al problema de raíz.

Soluciones temporales

El insomnio es el síntoma, no el problema. Cuando lo sufres significa que hay algo dentro de ti que lo está causando.
Es solo la punta del iceberg y es probable que bajo él haya algo más grande.

¿Qué hace la mayoría?

Escribe en Google: cómo combatir el insomnio.

 Entre los tres millones y medio de resultados que Google arroja, escoge uno.

 Lo prueba.

 Al cabo de unas semanas vuelve a Google a teclear lo mismo.

Existen una gran cantidad de herramientas anti-insomnio: técnicas de relajación, técnicas de respiración, plantas para poder dormir, somníferos, melatonina, ejercicios físicos…

Puede que alguna de ellas te ayude a dormir, pero en el momento en el que la dejes volverá a surgir el síntoma porque el problema que lo genera sigue existiendo.

Estos métodos van dirigidos a silenciar el problema atacando su manifestación, pero la dificultad para dormir es el reflejo de algo que te inquieta, algo que no está resuelto, y hasta que no lo aprendas a gestionar no desaparecerá.

Es como el que se va de vacaciones escapando de un trabajo que no soporta. En las vacaciones se siente genial, incluso su vuelta al trabajo es agradable y llena de energía, pero pronto la verdad se impone. Ese trabajo insoportable sigue ahí y, pasada una semana, ya ni se acuerda como se sentía estando de vacaciones.

Lo más sano es utilizar alguna de estas herramientas en conjunto con la terapia psicoemocional.

La terapia te ayudará a descubrir qué causa ese insomnio y ponerle solución. Las soluciones temporales te permitirán dormir mientras lo descubres.

Soluciones de raíz

Cuando entré en el Decathlon a comprar mi primera tienda de campaña mi amigo, Paul, me dijo:

-Cómprate una buena. Será una inversión mayor, pero te durará toda la vida.

¿Qué hice yo?

Comprarme la two seconds de 39,90€.

Llevo el suficiente tiempo en Barcelona como para que se me vayan pegando algunas costumbres.

También podrían llamar a la two seconds “two uses” porque eso es lo que me duró: dos fines de semana.

Volví al Decathlon e hice lo que debería haber hecho el primer día: hacer caso a Paul.

Ese es un patrón de comportamiento bastante común. La mayoría preferimos el camino corto. El que requiere menos esfuerzo. El que promete resultados rápidos y baratos.

Pero la realidad es que el camino corto suele convertirse en el más largo porque, pasado un tiempo, no te lleva a dónde querías y tienes que volver a empezar.

Las soluciones para el insomnio no son una excepción. Lo fácil es tomar la pastilla, pero lo más sano es atacar el problema de raíz.

Requiere una inversión de tiempo y esfuerzo mayor, pero sus efectos no desaparecen en dos fines de semana.

Como te decía, el insomnio es la punta del iceberg de un problema psico-emocional cuyo efecto es la dificultad para dormir. Es el reflejo de un problema interior no resuelto. Algo que antes no te pasaba y ahora sí.
Ese problema genera ansiedad y debes descubrir qué la produce y poder gestionarla para que el insomnio desaparezca.

¿Cómo lo consigues?

Lo mejor para atacar ese problema es la terapia psico-emocional. Ésta te permite ir a lo profundo y solventar esa inquietud.

Solo te la recomendaría si crees que tu salud es importante y vas en serio con la idea de acabar con el insomnio.

Cuando alguien viene a terapia para eliminar el insomnio, es frecuente tener esta conversación:

-¿Por qué crees que tienes insomnio?

-No sé

-¿Qué te preocupa?

-Nada

Este diálogo evidencia lo mucho que nos cuesta conectar con nuestras preocupaciones. Preferimos ocultar el problema y dejarlo escondido.

Si crees que ese es tu caso, te recomiendo que hagas el siguiente ejercicio:

Cierra tus ojos, pon atención a tu respiración. Continúa con los ojos cerrados e imagina que estás viviendo un día cualquiera. Trae a la mente situaciones reales que te desagradan o te molestan.

Por ejemplo:

Estás trabajando y tu jefe no para de presionarte.

 Estás cuidando de tus hijos y parece que no tienes tiempo para ti.

 Estás comiendo con tus padres y no paran de decirte cómo debes vivir tu vida.

 Estás cenando con tu pareja y no sabes si la quieres.

En cada situación pon atención a las sensaciones de tu cuerpo ¿en cuáles notas tensión? ¿en cuáles notas un nudo en el estómago? ¿en cuáles sientes opresión en el pecho?

Una vez hayas realizado la visualización escribe en una hoja las tres situaciones que más te hayan afectado.

De cada una de ellas, describe el ¿cómo te afectan? Hazlo con el máximo detalle posible. Por ejemplo:

Estoy en mi escritorio y mi jefe se acerca. Me dice que debo entregar en dos semanas un proyecto que sé que tardare un mes en acabar. Pienso en decirle que es imposible cumplir ese plazo, pero las palabras no salen de mi boca así que asiento y agacho la cabeza. Me sobreviene el estrés porque sé que no lo lograré y trabajo peor. Al no salirme las cosas pienso que tal vez no soy lo suficientemente bueno o que no valgo para este trabajo.

Ahora, piensa y escribe estrategias que puedas llevar a cabo para enfrentar la situación. Por ejemplo:

Primero podría escribirle un mail a mi jefe comentándole la situación para después hablarlo cara a cara.

De esta manera desarrollarás estrategias para gestionar el problema que causa tu insomnio.

Si tu insomnio no mejora, o si sientes que te cuesta enfrentar aquello que te produce la ansiedad y el estrés y quieres aprender a gestionarlo, aquí me tienes. Estaré encantado de ser tu aliado terapéutico en mi consulta privada.

*Toda la información y recomendaciones en este post no sustituye en ningún caso a un terapeuta, psicólogo, psiquiatra o tratamiento médico.