Por qué no logras tener una pareja estable

por Miguel Gaviria 2
Escrito Por:
Miguel Gaviria
Terapeuta Emocional

Has tenido varias parejas. Con algunas pensaste que funcionaría de verdad, pero el tiempo se encargó de demostrarte que no era así.

Vas cumpliendo los años y esa persona nunca llega.

Te desesperas.

Miras a tu alrededor y ves que otros lo han conseguido.  Tienen pareja estable, una vida emocional saludable e incluso algunos están formando una familia.

¿Por qué tú no?

¿Qué tienen los demás que no tengas tú?

Nada.

Es justo lo contrario. Algo que tú tienes y los demás no. Antes de decirte qué es, quiero que sepas algo:

Es normal que las relaciones se acaben.

Es normal no encontrar tu pareja a la primera.

Es normal cruzarse con algunas personas inadecuadas.

Lo que no es normal es que se convierta en un patrón en tu vida.

Trampas emocionales

Nunca somos tan vulnerables al
sufrimiento como cuando amamos.
S. Freud

Puedes caer en varios líos emocionales que impiden que consigas una relación de pareja estable. A continuación, te voy a explicar 8 de ellos.

1. El vínculo con tus padres

El vínculo que creaste con tus padres en el pasado marca tus relaciones de pareja en el presente:

Tu padre era exigente, ves un crítico en tu pareja.
Tu madre acostumbraba a mandar, ves autoritarismo en tu pareja.
Tu padre era de medias verdades, ves a un posible traidor en tu pareja.
Tu madre era descuidada, ves desatención en tu pareja.

La impronta que dejó la relación con tus padres hace que establezcas vínculos con dinámicas similares. Dejas de ver a tu pareja tal como es y en su lugar ves el reflejo de tus padres.

Cuanto más se va acercando esa persona, menos ganas tienes de tenerla en tu vida. Al final, encuentras la excusa perfecta para dejarla o manipulas la relación pasivamente para que te dejen.

2. El amor idealizado

¿Cuánto tiempo llevo
sintiendo tu falta,
querida alma gemela?
R. Bach

Con 20 años leí Puente hacia el infinito de Richard Bach, un libro que narra la espera y el encuentro del protagonista con su alma gemela. Cometí el error de tomarme esa historia al pie de la letra y, desde ese momento, esperé la llegada de la mía.  

Y claro, nunca llegó.

No me fusionaba con ninguna de las mujeres que conocía en mi vida. Todas eran igual de humanas que yo, con sus imperfecciones y sus carencias. No notaba que ninguna me hiciese sentir completo y estaba convencido que mi alma gemela seguía ahí fuera, buscándome y esperándome.

Una completa locura basada en la neurótica necesidad narcisista de completitud.

Puede que no te leyeras el mismo libro que yo, pero la sociedad está llena de cuentos parecidos. Desde Disney hasta Crepúsculo nos llevan a idealizar el amor.

Esperamos que aparezca la media naranja que satisfaga todas nuestras necesidades. Nuestra alma gemela con la que nos fundiremos y formaremos un único ente. Es el deseo de plenitud. De ser uno con el todo. De dejar de ser carentes.

Si no gestionas adecuadamente esta “necesidad” neurótica, nunca abrirás la puerta de tu corazón al amor:

A entregar sin esperar nada a cambio.
A amar más allá de los defectos y virtudes.
A compartir la vida y sentirte en compañía.

3. El amor fácil

Para conseguir el trabajo de tus sueños deberás esforzarte: tendrás que estudiar, pagar esos estudios, buscar empleo, superar entrevistas de trabajo, adquirir experiencia…

Para conseguir un cuerpo atlético deberás realizar sacrificios: tendrás que hacer actividad física frecuente, encontrar tiempo para ello, cuidar tu alimentación, renunciar a otras actividades…

Para conseguir una casa también tendrás que currártelo: necesitarás unos ingresos estables, tendrás que ahorrar, pasar tiempo buscando viviendas, negociar, conseguir una hipoteca…

Construir cualquiera de tus sueños te supondrá un esfuerzo.

¿Por qué el amor iba a ser diferente?

A esta fantasía del alma gemela le acompaña el frecuente “y vivieron felices para siempre”. Como si una vez encontrado el amor, todo estuviese hecho.

El amor tienes que construirlo y después mantenerlo.  Día a día, mes a mes, año a año: Tienes que cuidar los detalles, debes tener al otro en cuenta al planificar tu vida, tienes que estar ahí cuando te necesite.

Al final, es lo mismo con todo aquello que te costó trabajo conseguir. Si una vez estás en el trabajo de tus sueños dejas de esforzarte es probable que se evapore pronto. Si una vez has conseguido el cuerpo que querías dejas de ejercitarte y no cuidas tu alimentación, perderás lo que habías ganado. ¿Sabes que le pasa a una casa si no la cuidas y la vas arreglando con los años?

4. La espera

Empiezas una relación con alguien que no te convence al 100% pero algo dentro de ti te dice: cambiará por mí.

Vives la fantasía de ser el elemento transformador. Quieres convertir al sapo en príncipe y te cargas en la mochila toda la responsabilidad del éxito de la relación.

Va pasando el tiempo y no hay cambios. Peor aún, nada indica que pueda haberlos en el futuro.  

Pero tú sigues ahí, esperando y esperando. Hasta que un día llega la frustración. A pesar de tus esfuerzos, no has conseguido lo que querías, y pronto esa frustración se transforma en resentimiento que se manifiesta en forma de quejas y reproches.

Cuando se corta la relación, has perdido varios años en el proceso.

Ya estás preparada para conseguirte un nuevo sapo y perder otros años más.

5. Malas experiencias en el pasado

Pasaste los 30 y, revisando tus parejas, te das cuenta de que saltaste varias veces a la piscina, pero en muchas ocasiones estaba vacía. Ahora crees que todas las piscinas están vacías. Cierras tu corazón y en él se instaura cierta desconfianza y resentimiento.

Surge entonces una lucha interna entre dos partes de ti, la que aún desea vivir el amor y la que ha renunciado a él. Desarrollas estrategias inconscientes para el auto-sabotaje, como iniciar relaciones que una parte de ti sabe que no van funcionar porque:

el otro ya tiene pareja
no te ves a su lado toda la vida
no se compromete

En cambio, cuando se acerca alguien con quién podría funcionar, “casualmente” esa persona no te interesa.

Te vas enfriando poco a poco. Cada vez más. Te acostumbras a vivir sin amor con aparente normalidad, como si no sucediese nada malo.  Sin embargo, esa actitud defensiva es una señal de que hay una herida abierta y cerrar tu corazón no ayudará a cicatrizarla.

6. La libertad adolescente

Mientras la relación de pareja no suponga un gran compromiso, puedes con ella. En el momento en el que se fortalece el vínculo con esa persona y las cosas se vuelven más serias, el castillo que estabas construyendo se tambalea.

“Soy un alma libre” te dices para justificarte.

Confundes tu libertad con tu dificultad para comprometerte.

No utilizas tu libertad para elegir con quién estar, sino para no mojarte con nada. No eliges estar en soledad, pero tampoco escoges comprometerte con alguien.

Existen relaciones en las que notas como la libertad se te escapa entre las manos. Sucede cuando, por ejemplo, optas por un rol complaciente; cumples siempre con lo que tu pareja pide y dejas tus necesidades en segundo plano. Pasan los días, las semanas y los meses y te conviertes en prisionero de la relación. Ya no piensas en ser feliz sino en satisfacer al otro. Si conoces ese tipo de dinámicas es normal tener miedo a comprometerse, pero la solución no pasa por auto-imponerse una prohibición al compromiso. De hecho, hacer eso es otra manera de perder tu libertad ya que, por definición, ésta implica que no haya imposición alguna.

Solo cuando aprendas a gestionar aquello que te genera la sensación de pérdida de libertad podrás tomar elecciones libres y sin imposiciones.

7. El reto

Cuando los vínculos de pareja no giran en torno al amor sino a la conquista suele activarse la atracción hacia un perfil concreto:  

Ese hombre distante y misterioso.
Esa mujer que ya tiene pareja.
Esa persona cerrada.

Estos perfiles tienen una cosa en común: no están disponibles. Ves esta falta de disponibilidad como un reto. El desafío está en conquistarlos. Que el distante se acerque. Que la comprometida te elija. Que esa persona se abra a ti.

Solo te activas cuando no te dan atención. Buscas esa sensación de “soy especial” que te da el ser elegida.

Cuando te encuentras con alguien disponible, surge un interés que se mantiene durante la fase del flirteo, pero cuando te han elegido, ese interés desaparece. Una vez superas el reto de conquistarle, sientes que falta algo.

Aquí hay en juego un factor importante: tu valor personal. Éste aumenta cuando te eligen y cae en picado si te rechazan. Continuar estableciendo este tipo de vínculos nunca mejorará la percepción de tu auto-valor.

8. Miedo a ser amado

“No me va a querer”
“No voy a ser suficiente”
“Soy inaguantable”

Estos son algunos de los pensamientos con los que te puedes encontrar cuando tienes una percepción negativa sobre ti y piensas que no eres suficiente. 

La manera en que te ves se construye en la infancia. Por lo que el miedo a ser amado suele presentarse en personas que en su infancia se sintieron desvalorizadas. Esa percepción de falta de valor hace que interioricen una falsa creencia: no soy digno de recibir amor.

Es esa creencia la que te hace sabotear las relaciones cuando una persona amorosa entra en tu vida.

Es esencial que trabajes en mejorar la percepción de ti mismo pues de no superar ese miedo seguirás pensando que no eres digno de amor y eso te impedirá encontrar una relación sana y duradera.

Una relación sana

“Si no sabes amar, tu vida
pasará como un destello”.
T. Malick

Existen tres elementos clave que te sugiero aprender a desarrollar para poder establecer una relación de pareja sana y estable.

1. La reciprocidad

Es importante que el vínculo que estableces con una persona sea correspondido, que haya bilateralidad. Que las dos partes se impliquen.

Tú te abres al amor y también recibes amor, solo así puedes compartir de forma sana tu vida con la de alguien.

Debes ir más allá del solitario y ensimismado universo de ti mism@.

En ese ambiente amoroso puedes ver al otro y ser visto, reconocer al otro y ser reconocido, comprender al otro y ser comprendido.

2. La comunicación

Unido a reciprocidad está una comunicación adecuada.

Solemos esperar que nuestra pareja tenga poderes de telepatía. Que por arte de magia sepa lo que queremos y necesitamos. Al ver que no sucede se va generando distancia y frustración. No entiendes cómo la otra persona no es capaz de ver tus deseos y necesidades. Te molestas y, de forma lenta pero constante acumulando rencor. Si ese rencor crece lo suficiente, es probable que destruya el amor.

Cuando existe una comunicación adecuada, puedes expresar tus deseos y necesidades, y escuchar los de tu pareja.

3. La buena mirada

Si centras tu atención en los aspectos que no te gustan de tu pareja, es fácil que se establezca un vínculo basado en la queja y los reproches. Y esa es la receta ideal para acabar con toda relación.

Las relaciones sanas hacen énfasis en los aspectos positivos de la pareja. La atención del día a día se centra en lo que te aporta, te enriquece y te llena.

Si quieres tener una relación saludable, presta atención a lo bueno que hay en tu pareja. Fíjate en lo que hace bien, en lo que más te gusta y en lo que sobresale y recuérdalo – incluso por qué no, díselo – cada día.

Hasta aquí este post sobre por qué no logras tener una pareja estable, espero que te sirva. Si crees que necesitas apoyo, estaré encantado de ser tu aliado terapéutico en mi consulta privada, aquí me tienes.

*Toda la información y recomendaciones en este post no sustituye en ningún caso a un terapeuta, psicólogo, psiquiatra o tratamiento médico.

2 Comentarios

  1. Tengo 55 años, y me encuentro en una fase de mi vida en la que me encuentro mal y me veo mal. Estoy separado des de hace 2 años, tengo 1 hijo de 12. Vivo solo por él. No encuentro ilusión, ni ganas, ni veo un futuro esperanzador en mi vida. Después de varios fracasos amorosos, me siento sin ganas de volver a empezar. He leído tu exposición y me siento totalmente identificado con el 90% de lo que expones. Me siento totalmente deprimido, triste y sin ganas de nada.

    1. Hola Alfons, gracias por comentar. Si quisieras mejorar tu tristeza y tu falta de ganas de vivir no dudes en contactarme. Un abrazo fuerte!

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