Transitar sanamente un divorcio o ruptura de pareja

por Miguel Gaviria 2
Escrito Por:
Miguel Gaviria
Terapeuta Emocional

275.

Ese es el número de divorcios que se dan en España…

…cada día.

Muchas de esas rupturas no solo producen el dolor asociado a la pérdida, sino que hacen transitar a las partes por un camino de tristeza, culpa, soledad y resentimiento.

En este post te hablaré de estos cuatro aspectos psicoemocionales y te mostraré qué puedes hacer para favorecer el proceso de duelo.

La tristeza

La tristeza surge cuando se rompe un vínculo importante para ti. Provoca un efecto de inactividad; de repente no te apetece hacer nada y sientes que aislarse es la mejor opción.
La forma más habitual de expresar la tristeza es mediante el llanto. Ese llanto hace que puedas exteriorizarla y que no se quede bloqueada dentro de ti.

Pero no siempre es fácil lidiar con la tristeza.

Ni con el llanto.

En esta sociedad occidental se supone debemos estar felices todo el tiempo así que la tristeza es una emoción penalizada.

Si eres hombre, además, te habrán hecho creer que llorar es de débiles. Que puedes ser menos hombre al hacerlo, así que tal vez hayas desarrollado mecanismos para evitar entrar en contacto con la tristeza.

Uno de ellos es la represión; te aplicas una “anestesia emocional” haciéndote insensible a esa emoción.

También puede darse otra situación donde no solo sientes la tristeza, sino que además te aferras a ella. Aparece entonces la melancolía.

Si esto sucede, caes en una tristeza inmutable y te limitas a esperar que esa persona vuelva a tu vida. Día tras día recuerdas todo aquello que fue bueno mientras eliminas selectivamente lo que no lo fue tanto.

Cualquiera de estas actitudes solo tiene un objetivo insano: mantener el vínculo y evitar el duelo. Lo sano es justo lo contrario; vivir la tristeza, transitarla y no quedarse aferrado a ella.

Si ves que te sucede algo parecido y no puedes transitar por la tristeza te propongo un ejercicio:

Escoge un lugar tranquilo y sin interrupciones. Apaga tu teléfono. Cierra los ojos y trae a tu mente todos los momentos de tu vida en los que has estado triste.

Cuando acabes, escribe en una hoja:

Todas las críticas negativas que se te ocurran sobre esa tristeza. Empieza con: “la tristeza es mala porque…”.

Ahora haz de “abogado del diablo” defiéndete como una persona que puede sentir tristeza. Empieza con: “tengo derecho a sentir tristeza porque…”

Y como último paso, comparte con personas de confianza tu tristeza, explicándoles cómo te estás sintiendo.

Cuanto más te permitas transitar por la tristeza, la expreses y la compartas, sin aferrarte a ella, más favorecerás que tu proceso de duelo se cierre de forma natural.

La culpa

Otro de los sentimientos que suele aparecer tras una ruptura es la culpa.

La culpa te ataca directamente y te responsabiliza del daño causado. Te hace pensar que mereces un castigo y, si se mantiene en el tiempo, no te deja vivir libremente.

La culpa no entiende de bandos; puede acudir en busca del que fue dejado o del que ha decidido poner fin a la relación. Pero siempre viene a hablarte.

Si fuiste tú la persona que puso fin a la relación te dirá que has causado daño a tu pareja y que eres una mala persona.

Pero no tiene en cuenta un factor clave: la situación. Y ésta no es que tú, fruto de tu odio, decidieras dañarla, sino que tu pareja siente dolor por la ruptura del vínculo.

Si tu pareja que dejó la relación, la culpa te hará pensar: “me dejaron porque no soy suficiente” “no me esforcé lo necesario” “antepuse mis intereses a los suyos”.
Te machacarás pensando en todas las ocasiones en las que no actuaste como supuestamente debías por el bien de la relación.

Si en algún momento te sientes culpable, debes saber que cuánto más duro seas contigo mismo más difícil será dejar ir la culpa.

Dos enfoques que ayudan a gestionarla son:

1. Repasa lo que significa ser una buena persona. ¿Es aquella que no deja nunca a su pareja? ¿Aquella que, aunque todo vaya mal, decide seguir con la relación?

2. No eres perfecto. Como ser humano tienes derecho a equivocarte. Puedes haber tomado malas decisiones para tu relación y seguir siendo una buena persona.

La soledad

Una de las obviedades de las separaciones es que, en cuento ésta tiene lugar, dejas de tener a tu lado una persona y pasas a estar solo.
Por mucho que tus amigos, familiares o conocidos te apoyen, dejas de recibir amor, cariño y atención y eso puede hacerte experimentar nuevas sensaciones.

Y no todos sabemos lidiar con ellas.

Algunas personas no soportan la soledad y hacen lo que sea para evitarla.

Unos idealizan su pareja, se vuelven melancólicos y, aunque la relación haya acabado, se niegan a aceptarlo llenándose de recuerdos.

Otros se buscan de inmediato una pareja nueva que cubra ese vacío.

Los hay que, una vez la ruptura tiene lugar y están solos, nunca más dejan entrar a nadie en su vida. Aunque pueda parecer que eso es aceptar la soledad, es cerrarle las puertas al amor, una conducta que tampoco es sana.

¿Qué hacer entonces?

Cuando vivías en pareja tenías alguien que te daba amor. Ahora ya no. Por eso es el momento de desarrollar la capacidad de darte amor a ti mismo, es decir, de desarrollar tu auto-estima.

Para comenzar a elaborar la auto-estima, puedes realizar un ejercicio exploratorio para ver qué emociones, sentimientos y pensamientos te surgen.

Tomándote tu tiempo, escribe en una hoja una lista de todas las cosas que no te gustan de ti. Léelas en voz alta varias veces poniendo atención a cómo te sientes mientras las lees, y anótalo en una hoja.
Ahora modifica las frases, por ejemplo, si has puesto “no me gusta ser poco inteligente” cámbiala a “me quiero y me acepto siendo poco inteligente”, y entonces vuelve a leerlas varias veces nuevamente poniendo atención a cómo te sientes mientras las lees y anótalo en una hoja.

Con esto conseguirás ponerte en contacto con tu auto-rechazo y explorar cómo sería aceptarte tal como eres.

El resentimiento

Cuando tu pareja te hace daño, te agrede o no satisface ciertas expectativas, puede nacer el resentimiento y éste se comporta como un cáncer para la relación. Empieza con algo pequeño, sin aparente importancia, pero poco a poco va creciendo, extendiéndose y acaba por devorar todo lo bueno que existía entre vosotros.

Cuando el resentimiento entra en ti es capaz de dirigir tu vida.

Pierdes tu libertad emocional, vives en un estado de víctima y sientes que solo podrás recuperarte si la persona que te dañó paga por lo que hizo.

Es posible que fantasees con “hacer justicia” y devolver el dolor infligido y, en el caso de que haya niños de por medio en tu separación, el resentimiento te puede llevar a utilizarlos para buscar dañar a tu expareja a expensas de ellos.

Dado que son la parte más vulnerable de la ruptura, más adelante te daré unas sugerencias sobre cómo gestionar esas situaciones.

Si reconoces el resentimiento en ti te propongo el siguiente ejercicio:

Escríbele una carta a tu expareja – no hace falta mostrársela – en la que le expreses todas aquellas cosas que le exigías y que no te dio. Por ejemplo, que tenía que estar más tiempo contigo, que tenía que saber escucharte mejor, que tenía que…

Una vez tengas tu lista de exigencias, plantéate estas preguntas:

¿Querías transformar a tu expareja para que cumpliera tus expectativas?

¿Crees que las personas están para cumplir con tus expectativas?

¿Si no cumplía con tus expectativas, por qué no lo dejaste antes?

Planteártelo puede ayudarte a aceptar que las personas no están hechas a tu medida y para satisfacerte.

Como te comentaba, si tú y la persona con la que estás rompiendo tenéis hijos, es fácil que ellos carguen de forma insana con varios aspectos de la ruptura. Para tratar de minimizar esa carga:

No los utilices para liberar resentimiento hablándoles mal de tu expareja.

No te apoyes en ellos para cubrir las carencias emocionales que no te dio tu pareja.

Ratifica el amor hacia ellos. Dedícales el tiempo y el espacio que tus hijos necesiten (y no el que tú necesitas).

Si no eres capaz de romper el vínculo con tu pareja o sin darte cuenta ya estáis (infelizmente) juntos otra vez, te recomiendo leer esto.

Y si estás pasando por dificultades en tu proceso de ruptura y quieres que sea tu aliado terapéutico, puedes venir a mi consulta privada. Aquí me tienes.

*Toda la información y recomendaciones en este post no sustituye en ningún caso a un terapeuta, psicólogo, psiquiatra o tratamiento médico.

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